Mi
nombre es Pablo, un labrador mal visto, con pocos recursos y con una vida muy
complicada, pero ahora os voy a contar
algo más sobre mí…
Soy
muy jovencillo, estoy en los inicios de la adolescencia pero eso no importa
porque he de trabajar igual, sin rechistar, porque después he de pagar unos
impuestos a mi amo y señor de mi tierra. Bueno, pues como iba diciendo, estoy
en viviendo mi adolescencia. Soy bajito y muy delgado pero, a pesar de eso
estoy muy fuerte y moreno, como consecuencia de trabajar todo el día bajo el
sol.
Tengo
la cara ovalada, como un melón, y mi cabello es negro, corto y liso. Mis ojos
son marrones y con forma de avellana, y justo debajo se encuentra mi nariz
aguileña. Además he de confesar que mis orejas sobresalen bastante hacia los
lados.
Bueno
ahora hablaré del traje que visto. Llevo una especie de vestido blanco con una
pequeña abertura en la parte superior del pecho y del hombro me cuelga un
pañuelo con franjas de colores que hace más colorido mi equipaje. Suelo llevar
un lazo anclado alrededor de mi cintura, es de color rojo y está un poco
desgastado. Por otro lado, aunque no es parte de mi vestimenta, llevo sujetado
un pan que sirve para que os deis cuenta de lo que me alimento normalmente. Eso
y no mucho más acostumbro a comer.
Además
he de decir que tengo un carácter luchador y atrevido, aunque a veces me
acongojo al ver a mi amo pidiendo mis impuestos. También he de reconocer que me
enfado enormemente y me pongo furioso cuando los cultivos que tanto tiempo
llevaba esperando se marchitan y no los puedo recoger. Pero a pesar de todo
tengo mucha paciencia, la requiere mi
trabajo, ya que es muy duro y agotador.